Javier Pérez Castells: “Ninguna de las discusiones y diálogos entre ciencia y fe muestran ningún tipo de incompatibilidad”

Los días 26 y 27 de octubre la Fundación San Pablo Andalucía CEU acogerá el X Congreso Internacional La Palabra en la Educación. Resiliencia y espiritualidad, punto de encuentro de expertos que focalizarán en la palabra como elemento fundamental para encontrar respuesta a las grandes cuestiones que la sociedad actual se plantea.

Entre ellos se encuentra Javier Pérez Castells, catedrático de Química Orgánica de la Universidad San Pablo CEU, quien afirma que “la ciencia no es enemiga de la teología”. Con su intervención como ponente plenario, pretende “demostrar que ninguna de las discusiones y diálogos entre ciencia y fe muestran ningún tipo de incompatibilidad; antes, al contrario, lo que la ciencia nos va diciendo nos da indicios interesantísimos para la fe y la espiritualidad». Con sus palabras, quiere desterrar la idea de que “el avance científico produce una retirada en desbandada de las ideas religiosas hasta el punto de que, próximamente, serán expulsadas de la realidad. Según esta idea, Dios retrocede a la velocidad que avanza la ciencia que nos presenta una visión del universo incompatible con el sentimiento religioso y en particular con la cosmovisión cristiana”.

El catedrático aboga por la idea de que “la enseñanza debe buscar una adecuada sintonía entre lo que se enseña en la clase de religión y en la de ciencias. Hablaré sobre la resiliencia desde el punto de vista de oponerse a la marea para buscar una explicación del mundo que utilice las dos alas de la verdad: ciencia y fe, como las definió S. Juan Pablo II”.

Sobre qué efecto espera que tenga este congreso en sus participantes, confía en que “llame la atención de los educadores sobre este supuesto conflicto entre ciencia y fe, que es un constructo falaz. Espero que se fomente el diálogo entre el mundo científico y el filosófico/teológico para que se trabaje en evitar que se explique el universo, la vida y el ser humano de forma aparentemente incompatible en las clases de ciencia y las de religión. El avance científico no es un engorro ni un problema, ni algo vergonzante para la religión, sino una oportunidad de tener una visión de Dios mucho más estimulante y profunda”.

Reconoce que participar como ponente en este congreso “tiene un interés especial, ya que me da la oportunidad de hablar a personas que no son del mundo científico sobre cuestiones que relacionan la filosofía y la teología con la ciencia y que suponen un importante campo de discusión en el mundo actual. A pesar de vivir en un mundo libre, se pretende diseminar sin discusión posible, una cosmovisión relativista, materialista e individualista.  Quiero advertir sobre los excesos que se cometen en la enseñanza de la ciencia, empapándola de una visión metafísica materialista, aparentando ser incompatible y contraria a la espiritualidad religiosa. Las escuelas religiosas deben esforzarse en incluirla en la enseñanza de la religión, porque el resultado es felizmente optimista. Es muy ilusionante para mí tener la oportunidad de transmitir estas ideas”.

Subraya que en un contexto como el actual, “reflexionar sobre el papel de la educación es perentorio y por eso estas iniciativas me parecen imprescindibles para salir del marasmo burocrático y las urgencias del día a día y volver a repensar lo esencial del trabajo educativo”.

Por ello, se hace la siguiente pregunta: “¿Es la educación actual una mera transmisión de habilidades y capacidades tecnológicas o verdaderamente amueblamos correctamente la cabeza de nuestros estudiantes?” Y responde ampliando su visión al mundo en general, “actualmente miramos el futuro de una forma sombría y pesimista. Y la razón no es, como se suele decir, la enorme cantidad de problemas que afronta la humanidad, sino la pérdida de valores y el desprecio hacia la posibilidad de trascendencia espiritual de la persona. Para afrontar esta cosmovisión dominante las habilidades resilientes son esenciales”.

Por tanto, le parece “una excelente idea reunir en el título de este congreso los términos resiliencia y espiritualidad, puesto que la dimensión espiritual de la persona es imprescindible para desarrollar habilidades resilientes”.

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