Herrera Oria y un vecino de Colmenarejo

articulos-229403Las Escuelas Rurales permitieron la formación académica de Antonio y sus tres hijos.

MÁLAGA. Estos días, y hasta el próximo 14 de febrero, el Palacio Episcopal recoge la exposición “Herrera Oria, su tiempo y su obra, una vida al servicio del bien común”. Un antiguo alumno de las Escuelas Rurales, cuenta cómo fue la  relación con el que fuera Obispo de Málaga.

Antonio Jiménez es un vecino de Colmenarejo, que conoció a Don Ángel cuando tenía 12 años en una Misa que celebró en un caserío. Cuenta como anécdota que «cuando era un crio pensaba que todas las cosas malas del mundo se podían evitar metiéndome a cura, por eso empecé a estudiarme el catecismo y otras cosas que me hacían aprenderme de memoria».

Para Antonio, «Don Ángel es un fuera de serie» y tiene mucho apego a la obra que en vida realizó el Cardenal, en especial a las Escuelas Rurales. En ellas fue aprendiz de albañil antes de marcharse a trabajar al extranjero. Posteriormente, regresó y recibió clases en el turno nocturno, junto a los niños que no podían acudir a la escuela por la mañana. Recuerda con cariño la preparación que las profesoras de las escuelas tenían, en especial Silveria, Ana María Matute o Rosarito Páez. Además, los fines de semana ayudaba a otros voluntarios en la ampliación de clases «ya que de una escuela unitaria con la casa de la maestra se paso a tener seis o siete clases».

A las profesoras que trabajaban en las Escuelas les agradece la preparación que adquirieron sus tres hijos, hoy todos con título universitario, ya que «ellas les aportaron la primera enseñanza, la enseñanza clave donde los niños aprenden todo. A cada colegio donde iban nos decían que estaban muy bien preparados, gracias a la enseñanza recibida en las Escuelas Rurales». Las maestras rurales, además les ayudaron a crear la Asociación de Padres de las Escuelas y posteriormente la Asociación de Cabezas de Familia para poderse reunir, «ya que por aquel tiempo no se podía reunir a más de cuatro personas sin permiso de la autoridad».

De Herrera Oria destaca que «era un hombre que no perseguía bienes, ni cargos suyos, trabajaba por el bien de la Iglesia, de ahí que se le concediese el rango de Cardenal. Debido a su forma de ser hay tantos fandangos dirigidos al Obispo de Málaga, en los que se alaba su personalidad y su trabajo por Málaga».

Antonio como apasionado del flamenco realiza, cada año, 100 tarjetas personales en las que estampa un fandango dedicado a Herrera Oria, cuya tumba ubicada en la Catedral visita asiduamente.

Fuente: Diócesis de Málaga