Manuel Orta profundiza en el rol de la familia como transmisora de fe y cultura, en las X Jornadas Católicos y Vida Pública

orta_catolicos_1SEVILLA (2017.02.23) El director de Pastoral de la Fundación San Pablo Andalucía CEU, Manuel Orta Gotor, pronunció la conferencia inaugural en las X Jornadas Católicos y Vida Pública abordando el tema de la familia, y su responsabilidad como transmisora de fe y cultura.

Como explicó el padre Orta el objetivo de su intervención se centró en “destacar la importancia de la familia como creadora y transmisora, no solo de la fe, sino de una cultura cristiana sin la cual la fe difícilmente puede expresarse y vivirse con normalidad. No basta con tener ideas cristianas, valores cristianos y símbolos cristianos. Todo eso hay que encarnarlo en formas de vida, en hábitos, en estilos de comportamiento, que nos ayuden a vivir coherentemente nuestra fe el día a día. Sin olvidar que esta vivencia cotidiana debe desplegarse en el ámbito de lo privado y en el ámbito de lo público, lo que implica la capacidad de identificar y descartar costumbres paganas por extendidas que se encuentren, y sustituirlas por otras más adecuadas”. Fue presentado por el propagandista, Francisco Javier Ruiz Bursón, en el marco de la celebración de la décima edición de estas jornadas, que persiguen hacer visible este deseo y contribuir a la presencia de Dios en la sociedad mediante el testimonio cristiano.

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¿Cómo valora el papel actual que tiene la familia como transmisora de fe y cultura?

El papel de la familia es fundamental e insustituible porque se trata del primer núcleo de socialización del individuo y la fe no está formada principalmente por ideas, sino que es vida. Pero si hay que valorar el papel que actualmente tiene como transmisora de fe y cultura, entonces, quizás hayamos de constatar dolorosamente que se ha producido mayoritariamente una dimisión de sus responsabilidades y una dejación de las mismas en manos de otras instancias. Quizás, propiciado esto por una crisis de identidad que sacude a la institución familiar, y a la presión invasora de lo público en el ámbito de lo privado. Y por supuesto, y creo que es lo fundamental, propiciada por la crisis de fe.

 

¿Cree que, en la sociedad actual, se valora como debería la importancia de la familia en esta misión?

Hay personas mayores que recuerdan con nostalgia lo que la familia era en otros tiempos y la huella que dejó en ellos. Otras personas, que no han tenido este tipo de experiencias, consideran la familia desde un punto de vista más funcional y sociológico, y por tanto es imposible que le atribuyan y valoren un papel que no conocen. Creo que la falta de estabilidad en las familias es clave. Cuando uno consulta las estadísticas se da cuenta de muchas cosas. Por ejemplo, el tanto por ciento de divorcios en relación al número de matrimonios, por lo que los niños que se educan formando parte de dos hogares es muy elevado. Y pertenecer a tantas familias, y pasar por tantos hogares, al final equivale a no pertenecer a ninguno. Además, para responder a esta pregunta acerca de la valoración familiar habría que enfrentarse a una tremenda incoherencia: la de las estadísticas, que nos dicen por una parte que los españoles valoran a la familia mucho más que a cualquier otra instancia o institución; y por otra nos hablan del descenso del número de matrimonio a casi un 25 por ciento de los que se celebraban hace 15 años.

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¿En qué líneas considera que se deben seguir trabajando en un futuro próximo?

En el campo del pensamiento, de la reflexión filosófica, hay mucho que hacer. Muchos pensaron que el siglo XXI sería el del fin de las ideologías, pero la realidad nos muestra que de momento esto no es así. Las ideologías que oprimen y ciegan al hombre en el siglo XXI no son menos peligrosas que las del pasado siglo, muchas de las cuales regresan envueltas en nuevos ropajes. Hay que proclamar que la Verdad existe, y puede llegar a ser conocida, y servida, porque está ahí, no es algo que nosotros podamos crear. Y la Familia existe porque existe el ser humano, es connatural a éste, y no puede ser reinventada, ni obviada ni destruida, sin destruirle a él. Creo que hay ciertas batallas que están perdidas y no merece la pena perder tiempo y energías en librarlas: pero el campo de la educación y el del pensamiento son metas que deberíamos marcarnos para emplearnos en ellos.

En sus palabras, Manuel Orta insistió en la idea de que “es imposible transmitir la fe cristiana sin crear y transmitir al mismo tiempo una cultura cristiana. Una cultura cristiana que implica una vuelta a lo real, a lo natural, a lo que es». Subrayando que “la familia ha sido llamada iglesia doméstica, pero para poder serlo también tiene que ser escuela y santuario”. Así explicó que “escuela no para competir con la institución académica, pero sí para transmitir certezas, para ser testigo de verdades, cuya excelencia no se sitúa en el aprendizaje de técnicas y medios de comunicación global, sino en la adquisición de virtudes” – y añadió- “santuario que defiende el ámbito de la privacidad frente a la voracidad de lo público. Que permite que el ser humano vaya creciendo y desarrollándose como Jesús en Nazaret: en estatura, en sabiduría y en gracia”.