Benedicto XVI: Jesús, te amo

Santa Misa por el eterno descanso del Papa emérito Benedicto XVI mañana -martes, 10 de enero-, a las 20.00 h. en la Santa Iglesia Catedral de Sevilla

La comunidad educativa de CEU Andalucía celebrará igualmente un funeral el próximo miércoles, 11 de enero, en la capilla universitaria, a las 10.20 h.

Imagen: Vatican News

SEVILLA (09.01.2023) Mañana -martes, 10 de enero-, a las 20.00 h. en la Santa Iglesia Catedral de Sevilla se celebrará la Santa Misa por el eterno descanso del Papa emérito Benedicto XVI. Será presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Las puertas de la Catedral, san Miguel y Palos, se abrirán una hora antes para acoger a los fieles.

Nuestra comunidad educativa celebrará el funeral en la capilla universitaria de CEU Andalucía el próximo miércoles, 11 de enero, a las 10.20 h., presidido por el P. Leonardo Sánchez Acevedo, director de Pastoral y Voluntariado de la Fundación San Pablo Andalucía CEU. De esta manera, elevamos nuestras plegarias por el eterno descanso del Papa emérito Benedicto XVI, agradecidos por su vida y magisterio, que se reflejan en sus últimas palabras: Jesús, te amo.

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Vida y obra del Papa Emérito Benedicto XVI

Reproducimos a continuación el texto o “rogito”, un pergamino escrito en latín con las fechas más significativas de la vida del pontífice emérito. El pasado 5 de enero de 2023 fue introducido en el féretro de ciprés que contiene sus restos mortales, que fueron enterrados en las grutas vaticanas.

“A la luz de Cristo resucitado de entre los muertos, el 31 de diciembre del año del Señor 2022, a las 9.34 horas, cuando el año llegaba a su fin y nos disponíamos a cantar el Te Deum por los múltiples beneficios concedidos por el Señor, el amado Pastor emérito de la Iglesia, Benedicto XVI, pasó de este mundo al Padre. Toda la Iglesia, junto con el Santo Padre Francisco, acompañó en oración su tránsito.

Benedicto XVI fue el 265º Papa. Su memoria permanece en el corazón de la Iglesia y de toda la humanidad.

Joseph Aloisius Ratzinger, elegido Papa el 19 de abril de 2005, nació en Marktl am Inn, en la diócesis de Passau (Alemania), el 16 de abril de 1927. Su padre era comisario de la gendarmería y procedía de una familia de agricultores de la Baja Baviera, cuyas condiciones económicas eran más bien modestas. Su madre era hija de artesanos de Rimsting, en el lago Chiem, y había sido cocinera en varios hoteles antes de casarse.

Pasó su infancia y adolescencia en Traunstein, una pequeña localidad cercana a la frontera austriaca, a unos treinta kilómetros de Salzburgo, donde recibió su educación cristiana, humana y cultural.

La época de su juventud no fue fácil. La fe y la educación de su familia le prepararon para la dura experiencia de los problemas asociados al régimen nazi, conociendo el clima de fuerte hostilidad hacia la Iglesia católica en Alemania. En esta compleja situación, descubrió la belleza y la verdad de la fe en Cristo.

De 1946 a 1951 estudió en la Escuela Superior de Filosofía y Teología de Freising y en la Universidad de Múnich. El 29 de junio de 1951 fue ordenado sacerdote, comenzando su actividad docente al año siguiente en la misma Escuela de Freising. Posteriormente fue profesor en Bonn, Münster, Tubinga y Ratisbona.

En 1962 se convirtió en experto oficial del Concilio Vaticano II, como asistente del cardenal Joseph Frings. El 25 de marzo de 1977, el Papa Pablo VI le nombró arzobispo de Múnich y Freising, y fue ordenado obispo el 28 de mayo del mismo año. Como lema episcopal eligió «Cooperatores Veritatis».

El Papa Montini lo creó y nombró Cardenal, del Título de Santa Maria Consolatrice al Tiburtino, en el Consistorio del 27 de junio de 1977. 

El 25 de noviembre de 1981, Juan Pablo II le nombró Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; y el 15 de febrero del año siguiente renunció al gobierno pastoral de la archidiócesis de Munich und Freising.

El 6 de noviembre de 1998 fue nombrado Vicedecano del Colegio Cardenalicio y el 30 de noviembre de 2002 pasó a ser Decano, tomando posesión del título de la Iglesia Suburbicaria de Ostia. El viernes 8 de abril de 2005 presidió la misa funeral de Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro. 

Por los cardenales reunidos en Cónclave fue elegido Papa el 19 de abril de 2005 y tomó el nombre de Benedicto XVI. Desde la Logia de las Bendiciones se presentó como un «humilde trabajador en la viña del Señor». El domingo 24 de abril de 2005 inició solemnemente su ministerio petrino.

Benedicto XVI situó el tema de Dios y de la fe en el centro de su pontificado, en una búsqueda continua del rostro del Señor Jesucristo y ayudando a todos a conocerlo, en particular mediante la publicación de la obra en tres volúmenes Jesús de Nazaret. Dotado de vastos y profundos conocimientos bíblicos y teológicos, tenía la extraordinaria capacidad de elaborar síntesis esclarecedoras sobre los principales temas doctrinales y espirituales, así como sobre cuestiones cruciales de la vida de la Iglesia y de la cultura contemporánea.

Promovió con éxito el diálogo con anglicanos, judíos y representantes de otras religiones; también reanudó los contactos con los sacerdotes de la Comunidad San Pío X. En la mañana del 11 de febrero de 2013, durante un Consistorio convocado para las decisiones ordinarias sobre tres canonizaciones, después de que los cardenales hubieran votado, el Papa leyó en latín la siguiente declaración: «Bene conscius sum hoc munus secundum suam essentiam spiritualem non solum agendo et loquendo exerceri debere, sed non minus patiendo et orando. Attamen in mundo nostri temporis rapidis mutationibus subiecto et quaestionibus magni ponderis pro vita fidei perturbato ad navem Sancti Petri gubernandam et ad annuntiandum Evangelium etiam vigor quidam corporis et animae necessarius est, qui ultimis mensibus in me modo tali minuitur, ut incapacitatem meam ad ministerium mihi commissum bene administrandum agnoscere debeam. Quapropter bene conscius ponderis huius actus plena libertate declaro me ministerio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri, mihi per manus Cardinalium die 19 aprilis MMV commisso renuntiare ita ut a die 28 februarii MMXIII, hora 20, sedes Romae, sedes Sancti Petri vacet et Conclave ad eligendum novum Summum Pontificem ab his quibus competit convocandum esse». 

En la última audiencia general del pontificado, el 27 de febrero de 2013, al tiempo que agradecía a todos y cada uno el respeto y la comprensión con que había sido acogida su decisión, aseguraba: «Seguiré acompañando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con esa dedicación al Señor y a su Esposa que he intentado vivir cada día hasta ahora y que me gustaría vivir siempre’. 

Tras una breve estancia en la residencia de Castel Gandolfo, vivió los últimos años de su vida en el Vaticano, en el monasterio Mater Ecclesiae, dedicándose a la oración y la meditación. 

El magisterio doctrinal de Benedicto XVI se resume en las tres encíclicas Deus caritas est (25 de diciembre de 2005), Spe salvi (30 de noviembre de 2007) y Caritas in veritate (29 de junio de 2009).  Pronunció cuatro Exhortaciones Apostólicas a la Iglesia, numerosas Constituciones Apostólicas, Cartas Apostólicas, así como las Catequesis ofrecidas en las Audiencias Generales y las alocuciones, incluidas las pronunciadas durante sus veinticuatro viajes apostólicos alrededor del mundo.

Ante el relativismo cada vez más rampante y el ateísmo práctico, en 2010, con el motu proprio Ubicumque et semper, instituyó el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, al que transfirió las competencias de catequesis en enero de 2013. 

Luchó con firmeza contra los delitos cometidos por el clero contra menores o personas vulnerables, llamando constantemente a la Iglesia a la conversión, la oración, la penitencia y la purificación.

Como teólogo de reconocida autoridad, dejó un rico legado de estudios e investigaciones sobre las verdades fundamentales de la fe”.

Testamento espiritual de Benedicto XVI (redactado el 29 de agosto de 2006)

Imagen: Vatican News

“Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás, hacia las décadas que he vivido, veo en primer lugar cuántas razones tengo para dar gracias. Ante todo, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me ha dado la vida y me ha guiado en diversos momentos de confusión; siempre me ha levantado cuando empezaba a resbalar y siempre me ha devuelto la luz de su semblante. En retrospectiva, veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y agotadores de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien. 

Doy las gracias a mis padres, que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor prepararon para mí un magnífico hogar que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. La clara fe de mi padre nos enseñó a nosotros los hijos a creer, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros científicos; la profunda devoción y la gran bondad de mi madre son un legado que nunca podré agradecerle lo suficiente. Mi hermana me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado; mi hermano, con la claridad de su juicio, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin su constante precederme y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta.

De corazón doy gracias a Dios por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado; por los colaboradores en todas las etapas de mi camino; por los profesores y alumnos que me ha dado. Con gratitud los encomiendo todos a Su bondad. Y quiero dar gracias al Señor por mi hermosa patria en los Prealpes bávaros, en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo. Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y les ruego, queridos compatriotas: no se dejen apartar de la fe. Y, por último, doy gracias a Dios por toda la belleza que he podido experimentar en todas las etapas de mi viaje, pero especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria.

A todos aquellos a los que he agraviado de alguna manera, les pido perdón de todo corazón.

Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia han sido confiados a mi servicio: ¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir! A menudo parece como si la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica. He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he visto cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas que sólo parecen ser competencia de la ciencia. Desde hace sesenta años acompaño el camino de la teología, especialmente de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones, he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles y resultar meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y veo cómo de la confusión de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo.

Por último, pido humildemente: recen por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados y defectos, me reciba en la morada eterna. A todos los que me han sido confiados, van mis oraciones de todo corazón, día a día”.

(Fotografías y textos de Vatican News)