José Francisco Durán, delegado de pastoral juvenil de la Archidiócesis de Sevilla, y diversos jóvenes compartieron sus experiencias en las JMJ de Madrid en 2011 o en Cracovia en 2016
SEVILLA (2021.07.30) La Fundación San Pablo Andalucía CEU, a través de su Servicio de Pastoral, organizó una mesa redonda para promover la participación de los jóvenes en la próxima Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que tendrá lugar en Lisboa en 2023.
El encuentro fue presentado por Leonor Rodríguez, coordinadora del Servicio de Pastoral de la Fundación San Pablo Andalucía CEU. El diálogo fue dirigido por José Francisco Durán, delegado de Pastoral Juvenil de la Archidiócesis de Sevilla. Contó con la intervención de tres jóvenes que compartieron sus experiencias en otras jornadas mundiales de la juventud y las expectativas que tienen en la que se celebrará en Portugal: Esther López, Guadalupe Urzáiz y José Miguel González, dos de ellos alumnos de CEU Andalucía. Al acto asistió el vicepresidente de la Fundación San Pablo Andalucía CEU, Juan Jurado.
Guadalupe Urzáiz recordó que la primera JMJ que vivió fue la de Madrid, en 2011. Entonces solo tenía nueve años y acudió con su familia, pero no ha olvidado la alegría que se respiraba y tuvo claro que a la próxima se apuntaría sin dudarlo. “Yo me preguntaba cómo podía ser que tanta cantidad de gente pensara lo mismo y no tuviera miedo de gritarlo a los cuatro vientos. Fue algo que me dio mucha esperanza. Por ello, en 2016 me apunté a la de Cracovia y lo viví desde otra perspectiva, ya que iba con otros jóvenes. El viaje duró tres días, era divertido y duro a la vez, pero compensa por las ganas con las que lo vives”. Asimismo, explicó que ver al Papa le da sentido a todo, “es cierto que somos muchos y es prácticamente imposible que él nos vea a todos y cada uno de nosotros, pero tú sientes que te está mirando a ti”.
Esther López destacó que “hay un sentido de unión muy fuerte, las amistades surgen y se profundiza más. Mi primera JMJ fue la de Madrid y como era en España, éramos nosotros los que acogíamos. A la de Cracovia de 2016 asistí como voluntaria, por ello estuve la semana previa y la de la celebración. En los días anteriores a que comenzara el evento es cuando recuerdo que se creaba mayor ambiente de hermanamiento, había algo más fuerte que nos unía y que estaba por encima de cuestiones culturales o de los diferentes idiomas que hablábamos”. Además, rememoró con especial cariño el encuentro al que tuvieron acceso como voluntarios con el Papa, “sus palabras llegan de otra manera, de forma más profunda”.
José Miguel González reconocía que él no ha vivido aún ninguna JMJ, pero “tengo muchas ganas de ir a la de Lisboa. Lo asemejo con lo que yo viví en Medjugorje o en el Camino de Santiago, creo que necesitamos vivir experiencias de este tipo tras lo pasado con la pandemia. Después del encierro, es momento de viajar y para nosotros, los católicos, creo que estos viajes deben incluir la búsqueda de la felicidad”. En referencia a qué aspectos le impactan de este tipo de convivencias, recuerda la conversión de un director de cine que vio en los medios de comunicación, “tuvo lugar tras su participación en la JMJ de Madrid, a mí estas cosas me llaman mucho la atención. Me demuestra que hay mucho más allá en las personas de lo que, a priori, vemos”. En referencia a qué les diría a los jóvenes que se están planteando si ir o no a la próxima JMJ, subraya que “será un evento seguro, porque se está dejando tiempo para que sea así. También quiero destacar que habrá sitio para todos, porque la Iglesia acoge a todo aquel que se quiere acercar y serán bienvenidos”.
José Francisco Durán afirmó para concluir que “el gran éxito de la JMJ es que propicia un encuentro de los jóvenes entre ellos, con el Papa, por y para Cristo. La última que tuvo lugar -la de Panamá-, y la de Lisboa tienen como clave a la Virgen María, queriendo ser un gran impulso para que los jóvenes se levanten y tomen las riendas de la sociedad y de la Iglesia”.
