Sábado Santo

SEVILLA (2021.04.03) Por muy grande que fuese la piedra con la que los romanos quisieron sepultar a Jesús; por muchas mentiras que las autoridades inventaron contra él; a pesar de que dijeran los poderosos que con su muerte se acababa todo, fue Dios quien pronunció la última palabra. La vida no puede secuestrarse, y menos aún la de Aquel por quien y para quien todo fue hecho. Si la muerte de Jesús fue un escarnio público, su resurrección sacó a relucir las injusticias de nuestra justicia humana. ¡Cristo, danos parte de tu VIDA! (Reflexión: Equipo Bíblico Verbo. La Buena Noticia 2021 www.ceuediciones.es).

Hermandad de los Servitas. Fotografía: Domingo Pozo

Evangelio según San Marcos 16, 1-7.

Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungir el cuerpo de Jesús. Muy de mañana el primer día de la semana, apenas salido el sol, se dirigieron al sepulcro. Iban diciéndose unas a otras: «¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?». Pues la piedra era muy grande.

Pero, al fijarse bien, se dieron cuenta de que estaba corrida. Al entrar en el sepulcro vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado a la derecha, y se asustaron.

—No os asustéis —les dijo—. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el que fue crucificado? ¡Ha resucitado! No está aquí. Mirad el lugar donde lo pusieron. Pero id a decirles a los discípulos y a Pedro: “Él va delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, tal como os dijo”.

Palabra del Señor.