15 ODS: Vida de Ecosistemas Terrestres

A través de la iniciativa ‘Los ODS- 17 objetivos- 17 semanas en CEU Andalucía’, la Fundación refuerza su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible

SEVILLA (2020.09.29) La Fundación San Pablo Andalucía CEU apuesta cada semana por uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, continuando así con la iniciativa “Los ODS, 17 objetivos- 17 semanas en CEU Andalucía”. A través de ésta, la Fundación -fiel en su compromiso- profundiza en cada uno de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible vinculados a la Agenda 2030. En esta semana se plantea el número 15 de los ODS, referido a la importancia de gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de la biodiversidad.

Los ODS suponen una llamada de atención a todos para hacer posible un mundo mejor, impulsando proyectos que ayuden a mejorar la salud y el bienestar, la apuesta por una educación de calidad, el trabajo en condiciones favorables y el crecimiento económico, así como la reducción de las desigualdades y el consumo responsable. Junto a la finalidad y objetivos del número 15 de los ODS, dedicado a lograr sostenibilidad de la vida de los ecosistemas terrestres, se indican algunos aspectos relacionados con iniciativas de CEU Andalucía, que ya cuenta con una comunidad educativa de más de 4.200 personas -más de 33.000 de CEU a nivel nacional-. También se ofrecen algunas reflexiones del Papa Francisco, así como contenidos que emanan directamente de los documentos oficiales de Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenibles vinculados con la Agenda 2030.  

CEU Andalucía apuesta por una comunidad sostenible

Imagen de archivo

A través de sus centros educativos – Colegio CEU San Pablo Sevilla, Centro de Estudios Profesionales, Centro de Estudios Universitarios Cardenal Spínola CEU e Instituto de Posgrado-, CEU Andalucía mantiene e impulsa su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, defendiendo, entre otros aspectos, el cuidado y la protección de los ecosistemas terrestres. La apuesta de CEU Andalucía, a través del Proyecto Campus y de acciones concretas a favor de la concreción de los ODS y la Agenda 2030, es ya una realidad, con el fin de lograr un Campus 0 emisiones: la eficiencia energética, reduciendo el consumo de energía convencional; la innovación tecnológica, a través del uso de energías renovables; y la sostenibilidad, reduciendo las emisiones de CO2 a la atmósfera.

CEU Andalucía impulsa diversos proyectos con especial interés en el cuidado del medio ambiente, el mantenimiento de las especies (flora y fauna) que albergan sus más de 40 hectáreas y la protección de la ribera del arroyo Sequillo-que cruza el interior del Campus-. Iniciativas consolidadas como el servicio de lanzadera con el metro ayudan a reducir la congestión de tránsito y la contaminación del aire, así como la necesidad de aparcamiento y el tráfico en los accesos en horas punta, la disminución de costes en combustible y mantenimiento de los vehículos, el menor número de accidentes y el aumento de las relaciones sociales entre los usuarios. Conscientes de la potencialidad del Campus, CEU Andalucía apuesta en este sentido porque su comunidad educativa interiorice todo este tipo de iniciativas y que, incluso, ellos mismos participen activamente.

El Papa Francisco, una palabra de vida 

“Ninguna criatura es superflua, todo es caricia de Dios”, nos dice el Papa Francisco a través de un tweet del 22 de mayo de 2019: “Cada criatura tiene una función y ninguna es superflua. Todo el universo es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros. El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios”

En Laudato Si, el Santo Padre recuerda la importancia de cuidar la Madre Tierra, nuestra “Casa Común” ya que todos los elementos de la creación están conectados, por lo que “nada de este mundo nos resulta indiferente”. Hablar de biodiversidad es un tema fundamental que no puede ser ignorado ni tratado a la ligera, ya que en ello se juega el futuro de la humanidad.

Nos dice el Papa Francisco: “Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, pérdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana”. Laudato Si (32 – 42).

Francisco insiste, en un mensaje el 22 de mayo de 2018, que “los recursos de la tierra también están siendo depredados a causa de formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva. La pérdida de selvas y bosques implica, al mismo tiempo, la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, no sólo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para múltiples servicios. Pero no basta pensar en las distintas especies sólo como eventuales recursos explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas”.

La intervención humana en los ecosistemas es una realidad en crecimiento, aunque es verdad que el ser humano, como nos recuerda el Papa Francisco, «debe intervenir cuando un geosistema entra en estado crítico». Añade que «el nivel de intervención humana en una realidad tan compleja como la naturaleza es tal que los constantes desastres que el ser humano ocasiona provocan una nueva intervención suya, de tal modo que la actividad humana se hace omnipresente, con todos los riesgos que esto implica. Suele crearse un círculo vicioso donde la intervención del ser humano para resolver una dificultad muchas veces agrava más la situación”.

El Papa Francisco advierte que «este nivel de intervención humana, frecuentemente al servicio de las finanzas y del consumismo, hace que la tierra en que vivimos en realidad se vuelva menos rica y bella, cada vez más limitada y gris, mientras al mismo tiempo el desarrollo de la tecnología y de las ofertas de consumo sigue avanzando sin límite. De este modo, parece que pretendiéramos sustituir una belleza irreemplazable e irrecuperable, por otra creada por nosotros”.

“Los especialistas insisten en la necesidad de poner especial atención a las zonas más ricas en variedad de especies, en especies endémicas, poco frecuentes o con menor grado de protección efectiva. Hay lugares que requieren un cuidado particular por su enorme importancia para el ecosistema mundial, o que constituyen importantes reservas de agua y así aseguran otras formas de vida” insiste el Pontífice.

Recuerda, entre otros, que “dispone de pulmones necesarios para el planeta repletos de biodiversidad como son la Amazonia y la cuenca fluvial del Congo, o los grandes acuíferos y los glaciares. No se ignora la importancia de esos lugares para la totalidad del planeta y para el futuro de la humanidad. Los ecosistemas de las selvas tropicales tienen una biodiversidad con una enorme complejidad, casi imposible de reconocer integralmente, pero cuando esas selvas son quemadas o arrasadas para desarrollar cultivos, en pocos años se pierden innumerables especies, cuando no se convierten en áridos desiertos. Sin embargo, un delicado equilibrio se impone a la hora de hablar sobre estos lugares, porque tampoco se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que, bajo el pretexto de cuidarlos, pueden atentar contra las soberanías nacionales”.

Vida de ecosistemas terrestres ¿Por qué es importante?

¿Sabías que los bosques albergan más del 80% de todas las especies terrestres de animales, plantas e insectos? ¿Y que, de las 8.300 razas conocidas de animales, el 22% está en peligro de extinción? La diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas que sostiene pueden ser también la base para las estrategias de adaptación al cambio climático y reducción del riesgo de desastres, ya que pueden reportar beneficios que aumentarán la resiliencia de las personas a los efectos del cambio climático.

Señala también el objetivo 15 que los bosques y la naturaleza son importantes para la recreación y el bienestar mental. Asimismo, la diversidad biológica ofrece múltiples servicios desde el nivel local hasta el nivel mundial. La degradación del suelo afecta al 52% de la tierra, siendo un total de 2.600 millones de personas las que dependen directamente de la agricultura. La pérdida de tierras cultivables se estima en 30 a 35 veces la tasa histórica, y se pierden 12 millones de hectáreas cada año debido a la sequía y la desertificación. Además, los expertos calculan que el 80% de la dieta humana está compuesta por plantas y sólo el arroz, el maíz y el trigo proporcionan el 60% de la ingesta energética.

Como subraya Naciones Unidas, los bosques cubren casi el 31% de la superficie de nuestro planeta. Desde el aire que respiramos, al agua que bebemos y los alimentos que comemos, los bosques nos mantienen. Debemos pensar en ello. Alrededor de 1.600 millones de personas dependen de los bosques para su subsistencia.

Asimismo, la caza furtiva y el tráfico ilícito de vida silvestre continúan frustrando los esfuerzos para su conservación, cifrando en 7.000 las especies de animales y plantas que fueron denunciadas como parte del comercio ilegal en 120 países. El 8% de las razas de animales conocidas está extinto.

Inevitablemente, aseguran las fuentes oficiales, cambiamos los ecosistemas de los que formamos parte con nuestra sola presencia, pero debemos tomar decisiones que contribuyan a conservar la diversidad o a devaluarla. En este sentido, y en su política de actuación, CEU Andalucía actúa de manera sostenible -entre otros- empleando sistemas eficientes.

Respuesta al COVID-19

Atendiendo al cumplimiento de este objetivo, y a la situación actual en la que nos encontramos provocada por la pandemia del COVID-19, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente alertó de que un aumento mundial de las epidemias zoonóticas era motivo de preocupación. En concreto, señaló que el 75% de todas las enfermedades infeccionas nuevas en humanos son zoonóticas y que dichas enfermedades están estrechamente ligadas con la salud de los ecosistemas. Como recogen las fuentes oficiales “la naturaleza resulta vital para nuestra supervivencia: la naturaleza nos proporciona oxígeno, regula nuestros sistemas meteorológicos, poliniza nuestros cultivos y produce nuestros alimentos. Sin embargo, se encuentra sometida a una presión cada vez mayor, alterando ya casi el 75% de la superficie terrestre, con alrededor de un millón de especiales de animales y plantas en peligro de extinción”.

Asimismo, la deforestación y la desertificación (provocadas por el ser humano y el cambio climático) suponen graves desafíos para el desarrollo sostenible y han afectado a las vidas y medios de subsistencia de millones de personas en todo el mundo. Es por ello que, la pandemia del COVID-19 ofrece a los países la oportunidad de elaborar planes de recuperación que reviertan las tendencias actuales y cambien nuestros patrones de consumo y producción hacia un futuro más sostenible.

Metas para 2030

Entre las metas principales destaca velar por la conservación, el restablecimiento y el uso sostenible de los ecosistemas terrestres y los ecosistemas interiores de agua dulce y los servicios que proporcionan, en particular los bosques, los humedales, las montañas y las zonas áridas, en consonancia con las obligaciones contraídas en virtud de acuerdos internacionales, así como, promover la gestión sostenible de todos los tipos de bosques, poner fin a la deforestación, recuperar los bosques degradados e incrementar la forestación y la reforestación a nivel mundial

Destaca el objetivo 15 de los ODS que, de aquí a 2030, se debe luchar contra la desertificación, rehabilitar las tierras y los suelos degradados, incluidas las tierras afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones, y procurar lograr un mundo con una degradación neutra del suelo. Asimismo, es clave velar por la conservación de los ecosistemas montañosos, incluida su diversidad biológica, a fin de mejorar su capacidad de proporcionar beneficios esenciales para el desarrollo sostenible

Hay que adoptar medidas urgentes y significativas para reducir la degradación de los hábitats naturales, detener la pérdida de la diversidad biológica y proteger las especies amenazadas para evitar su extinción. Promover la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos y promover el acceso adecuado a esos recursos, como se ha convenido internacionalmente. También es necesario adoptar medidas urgentes para poner fin a la caza furtiva y el tráfico de especies protegidas de flora y fauna, abordar la demanda y la oferta ilegales de productos silvestres y prevenir la introducción de especies exóticas invasoras para reducir su efecto en los ecosistemas.

Entre las principales metas están también integrar los valores de los ecosistemas y la diversidad biológica en la planificación nacional y local, los procesos de desarrollo, las estrategias de reducción de la pobreza y la contabilidad; aumentar de manera significativa los recursos financieros procedentes de todas las fuentes para conservar y utilizar de forma sostenible la diversidad biológica y los ecosistemas; y movilizar recursos procedentes de todas las fuentes y a todos los niveles para financiar la gestión forestal sostenible, proporcionando incentivos adecuados a los países en desarrollo para que promuevan dicha gestión, en particular con miras a la conservación y la reforestación.

Con estas iniciativas y propuestas trabajadas trasversalmente, la Fundación San Pablo CEU Andalucía se convierte en una institución sostenible que contribuye a conseguir los objetivos de la Agenda 2030 con su apuesta por una comunidad CEU más respetuosa con el medio ambiente y al servicio del hombre y de toda la sociedad.   Medidas que lo sitúan a la vanguardia de la eficiencia y el respeto medioambiental y con las que avanza en línea con su Proyecto Campus. Iniciativas, a su vez, que le permiten obtener el Sello ECO20, lo que la acredita como empresa sostenible y que contribuye a conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.